Muchos profesionales de la comunicación y el lenguaje acuden a Fundéu como una herramienta para resolver sus dudas, aunque también lo hacen particulares en general. A diario reciben un elevado número de consultas de lo más diversas y de temática variada. Es por esta razón que la labor que desarrolla el grupo de profesionales que trabaja para ello adquiere una especial relevancia. Se trata de una fundación que está patrocinada por la Agencia Efe y el BBVA, además de contar con el asesoramiento de la Real Academia Española. Su coordinador general, Javier Lascurain, cuenta a El Blog… cuáles son las claves para haber logrado tal dimensión y explica su funcionamiento.
¿Cómo surge Fundéu y cómo ha ido evolucionado? ¿Son conscientes de que es una de las herramientas más utilizadas por determinados profesionales cuya herramienta principal es la lengua?
Foto: Judith González Ferrán |
La Fundación del Español Urgente como tal surge en el año 2005 como fruto de un acuerdo entre la Agencia Efe, BBVA y la Real Academia Española. Su origen sin embargo es anterior; a finales de los años 70, EFE -entonces en plena expansión internacional- decidió crear un Departamento de Español Urgente, en el que filólogos y periodistas experimentados pudieran atender las dudas y hacer recomendaciones a los periodistas que trabajaban para esa agencia -ya entonces en muchos países de todo el mundo- y empleando no solo español de España, sino el de todos los países hispanohablantes. En 2005 aquel departamento se convirtió en la Fundéu BBVA, que ha cumplido, pues, once años. Con ese cambio y esa evolución se pretendía que esa herramienta de asesoría y recomendaciones sirviera no solo a los periodistas de EFE, sino a todas las personas que utilizan el español como herramienta de trabajo en cualquier lugar del mundo.
¿En qué consiste la colaboración de la Real Academia Española con Fundéu?
La Real Academia Española es una de las instituciones que están desde el inicio en la Fundación del Español Urgente. El presidente del patronato de la Fundéu BBVA es, de hecho, el director de la Academia en cada momento, en la actualidad Darío Villanueva. Además, en el Consejo Asesor, al que consultamos las cuestiones que nos parecen más complicadas, se sientan varios académicos de la RAE y el secretario de la Asociación de Academias de la Lengua (Asale) Francisco Javier Pérez.
Desde el punto de vista de los contenidos, los consejos y recomendaciones de Fundéu BBVA se atienen siempre, como no podía ser de otra manera, a la ortodoxia académica; es decir, que sobre todo aquello sobre lo que se ha pronunciado la Academia, la Fundéu adopta y recomienda esa posición. Otra cuestión es que los distintos ritmos entre la Real Academia y Fundéu permitan que, en aquellos asuntos sobre los que la RAE no se ha pronunciado aún, nosotros adelantemos una posición, un punto de vista que luego podrá o no ser ratificado por la Academia. Del mismo modo que la RAE tiene que esperar a comprobar que un término está muy asentado en el tiempo y en una amplia área geográfica para introducirlo en el diccionario, la Fundéu no solo no puede, sino que no debe esperar, debe dar respuesta como indica la palabra urgente a aquellos que utilizan el español en los medios de comunicación y las redes sociales y que no pueden esperar para tener una respuesta.
Un buen ejemplo puede ser el de la palabra tweet: en el año 2010 la Fundéu propuso las formas tuit, tuitero y tuitear como posibles adaptaciones al español. En 2012 y precisamente en un acto de Fundéu, el entonces director de la Academia, José Manuel Blecua, anunció que la nueva edición del Diccionario académico incluiría ya esos términos y así fue ya cuando a finales de 2014 se editó la 23 edición de esa obra. Algo parecido sucede con la palabra inglesa selfie, para la que nosotros hace ya más de dos años propusimos la alternativa en español autofoto y, poco después, la adaptación a nuestra ortografía selfi. Esta forma todavía no está recogida por la Academia y no sabemos si algún día lo estará, pero nos pareció una apuesta lógica y útil.
¿Cuál es la rutina de trabajo en Fundéu? ¿Cómo están organizados? ¿Cuántas personas componen el equipo?
En total tenemos un equipo de nueve personas, la mayoría de ellos filólogos o lingüistas de diferentes especialidades: correctores, traductores, ortotipógrafos, lexicógrafos... y también periodistas. La rutina diaria comienza cada mañana con una reunión interna en la que ponemos en común todos aquellos asuntos que hemos visto tras revisar los medios de comunicación (prensa, radio, televisión páginas web...) tratando de ponernos en la piel de un periodista y de adelantarnos a las dificultades a las que se puede enfrentar cada día desde el punto de vista lingüístico: una construcción dudosa que se pone de moda (¿se explosiona o se explota una bomba?), un anglicismo recién llegado (blue-chips, travel blogger...), un neologismo (sexsomnia...) o una recopilación de consejos sobre un tema concreto de la actualidad como la telefonía móvil con motivo del Congreso Mundial de Móviles de Barcelona. Además un representante de la Fundéu está presente cada día en la reunión de planificación de la agencia EFE, no solo para explicar allí cuál será nuestra recomendación diaria, sino también para recoger sugerencias y estar informados de las cuestiones sobre las que se va a tratar ese día en la agencia y tratar de que nuestros consejos estén tan vinculados a la actualidad informativa como sea posible.
Respecto a la organización, hay un grupo de lingüistas que responden a las muchas consultas que llegan a través del correo, el teléfono y las redes sociales y todos participamos en la redacción y revisión de las recomendaciones diarias que se hacen de manera muy colaborativa dentro de la redacción.
Muchos periodistas utilizamos esta página para solventar nuestras dudas, pero ¿qué otras posibilidades aporta?
Fundéu |
Lo que pretende nuestra página es ser una herramienta útil para la resolución de dudas y para ofrecer consejos a los periodistas. Estas son nuestras dos grandes líneas de trabajo: la emisión de recomendaciones diarias a través de la página web, las redes sociales, las líneas de la agencia EFE y una lista de correo con cerca de 40 000 suscriptores, y la respuesta a consultas lingüísticas a través de las más diversas vías.
Esas recomendaciones diarias y la respuesta a las consultas que creemos que pueden tener un interés más general se pueden ver en nuestra página, que tiene de ese modo un corpues de casi 5 000 dudas lingüísticas resueltas. Además incluimos algunas otras secciones, como un resumen de las noticias más destacadas publicadas en los medios de comunicación y que tienen el español como asunto central, consejos específicos sobre el lenguaje en el ámbito digital en una sección que llamamos Escribir en internet y una serie de contenidos que agrupamos en la sección Especiales donde se pueden encontrar consejos tratados de forma más extensa, por ejemplo un glosario de la moda con muchos términos relacionados con ese ámbito, un cuaderno de campaña que lanzamos hace algunos meses con expresiones con las campañas electorales, o la Liga BBVA del Español Urgente, que reúne crónicas, recomendaciones e ilustraciones relacionadas con el lenguaje futbolístico.
¿Qué importancia tienen las redes sociales en este proyecto?
Creo que las redes han tenido una importancia fundamental en el desarrollo del proyecto de Fundéu. Hace ya varios años, los responsables de la Fundación vieron clara la necesidad de estar en las redes sociales al menos por dos razones. En primer lugar, porque un proyecto como el nuestro no puede estar esperando a que los hablantes vengan a buscarle, debemos estar en los foros donde surgen las dudas del español, y más en aquellos lugares donde, como dice nuestro nombre, el idioma se usa con la presión de la urgencia. Esos eran tradicionalmente las redacciones de los diarios y medios de comunicación, donde nos hacíamos presentes enviando nuestros consejos a través de las líneas de la Agencia EFE. Pero también hay que estar en las redes sociales, donde seguramente se juega hoy gran parte del futuro del idioma. Por otro lado, las redes y específicamente Twitter son una herramienta inigualable para la resolución de dudas lingüísticas rápidas.
En la actualidad una buena parte de las dudas que recibimos llegan a través de las redes sociales, muy especialmente de Twitter aunque también de Facebook y otras. Estamos además, con otros perfiles y otras intenciones diferentes, en Pinterest, donde subimos las fotos con las que ilustramos cada día nuestra recomendación lingüística; en Instagram, donde básicamente damos cuenta de algunas de nuestras actividades, y en Vine, donde estamos experimentando con recomendaciones lingüísticas muy breves de apenas seis segundos en vídeo.
¿Cuál considera que es la duda más común entre los usuarios de Fundéu?
Hay algunas dudas clásicas que pueden surgirnos a todos a la hora de escribir como la diferencia entre por que, por qué, porqué y porque, la diferencia entre sino y si no y muchas otras de ese estilo. Además muchas sobre concordancia (ser capaz/ser capaces o la misma área, no el mismo área), sobre alternativas a anglicismos y neologismos, y también bastante respecto al modo de transcribir palabras de otras lenguas, en especial nombres cuando se trata de protagonistas de la actualidad en otros países (Varufakis, Ajtar Mansur...)
¿Se han marcado algún reto o objetivo en vistas al futuro?
Nuestro objetivo es poder seguir ofreciendo recomendaciones y respondiendo a las consultas de los hablantes, de todas aquellas personas preocupadas por el buen uso del español allá donde lo estén usando, de modo que tendremos que ir adaptándonos a las nuevas redes y las nuevas formas de comunicación. Además, y aunque tratamos de tener una visión panhispánica del idioma, nos gustaría tener cada vez más presencia en América, porque no tenemos que olvidar que el español es la lengua de más de 500 millones de personas, de las que apenas un diez por ciento somos españoles.
¿Cómo comenzó a trabajar en Fundéu y cuál es su cometido dentro de este organismo?
Llegué a la Fundación del Español Urgente en otoño de 2012. Antes había desarrollado prácticamente toda mi carrera profesional en la agencia EFE. En ese momento y tras haber pasado por diferentes departamentos y responsabilidades en esa casa surgió la oportunidad de incorporarme a la Fundéu, cuyo trabajo siempre me había interesado. Desde mi llegada desempeño la labor de coordinador general a las órdenes del director general, Joaquín Muller.
¿Considera que se debe responsabilizar a Internet y las nuevas tecnologías de los errores ortográficos o gramaticales de algunos jóvenes?
Foto: Judith González Ferrán |
En ese sentido no soy nada catastrofista. Si bien es cierto que el entorno de comunicación digital en el que todos estamos ya inmersos (blogs, redes sociales, medios en línea, mensajería...) supone un reto para el idioma, siempre he preferido pensar que supone una gran oportunidad. No hay que olvidar que nunca en la historia de la humanidad ha habido tantos millones de personas expresándose de forma pública y por escrito, algo que hasta hace pocos años estaba reservado a periodistas, profesores y escritores. Hoy todos podemos expresarnos de forma pública en esa especie de gran plaza en la que se ha convertido el ciberespacio y eso hace que muchas personas se interesen por la corrección, que duden, que pregunten para utilizar bien el idioma porque saben que eso es importante para su buena imagen, para su reputación digital, que importa lo que se dice pero también cómo se dice. Creo que esa es, modestamente, una de las razones del éxito de nuestra iniciativa y de otras similares.
Por su puesto, hay mucha gente que no se expresa bien, que no utiliza bien el idioma ni se esfuerza por hacerlo. Pero eso ha pasado siempre y ahora es más notable porque todos podemos leer lo que escriben esas personas. Me parece que en vez de alentar el catastrofismo sobre la destrucción del idioma por las nuevas tecnologías (un argumento recurrente desde hace siglos con la llegada de cualquier innovación, por cierto) haríamos bien en advertir a los jóvenes y no tan jóvenes sobre dos cosas. Lo primero que sean muy conscientes (y en este mundo hiperconectado no siempre es fácil) de cuándo están interviniendo en un ámbito privado en el que pueden “relajar” sus exigencias (un grupo de WhatsApp) y cuando lo que escriben es o puede ser público, porque en ese caso conviene ser cuidadoso en las formas como saben quienes han experimentado verdaderas avalanchas de críticas por una falta, un error o un desliz. Y, relacionado con eso, es muy importante distinguir entre los diversos registros: normalmente no hablamos igual cuando estamos en la barra de un bar con unos amigos que en una clase en la universidad o en un ámbito más formal. Del mismo modo no tiene sentido escribir igual cuando enviamos un mensaje privado a unos amigos, donde posiblemente escribamos dnd por donde, pq por porque o nos saltemos el signo de apertura de interrogación sin que eso sea un problema, que cuando lo hacemos en un ámbito formal. Creo que no tiene sentido empeñarnos en que nuestros hijos no usen ese tipo de abreviaturas y trucos (viejos como el mismo idioma, por cierto) en una comunicación privada y en cambio le expliquemos que eso, que es admisible en ese contexto, no lo es al responder un examen o hacer un escrito formal. Creo que esa distinción de registros es lo que debemos enseñarle a los jóvenes
Llegaron a lanzar una campaña con Twitter llamada #acentúate, ¿qué motivó a ello y cuál es la valoración que puede realizarse de sus resultados?
Nos llamaba la atención el hecho de que muchas personas que cuidaban la ortografía de sus mensajes en Twitter luego no utilizasen las tildes en las etiquetas de sus mensajes y escribiesen por ejemplo #Andalucia y no #Andalucía. Descubrimos que existía una creencia generalizada: que no debían usarse tildes en las etqiuetas o hasthtags porque, si se hacía, generaba problemas de tipo técnico a la hora de buscar o de incluir los mensajes en una determinada cadena.
Esa dificultad, que en efecto existía en los primeros tiempos de la red, ha desaparecido hace mucho y los sistemas buscan y encuentras las etiquetas por igual si se escriben con o sin tildes. Así nos lo confirmaron los responsables de Twitter en España a los que les pareció buena idea lanzar una pequeña campaña para favorecer la ortografía en las redes con esa excusa.
Creamos la etiqueta #acentúate y la lanzamos. La campaña funcionó muy bien con varios miles de retuits y mensajes relacionados y un alcance de varios millones de usuarios, gracias entre otras cosas al apoyo de Twitter y de tuiteros destacados como Antonio Banderas que la apoyaron desde el primer minuto. En el fondo, ese asunto de las etiquetas y las tildes era una excusa, una percha para llamar la atención sobre la necesidad de cuidar la ortografía en los mensajes de Twitter y las redes en general.
¿Qué le parecen las últimas incorporaciones de la Real Academia Española?
Entiendo que te refieres a las incorporaciones de palabras en el diccionario académico publicado en 2014. Creo que la Academia en los últimos años está haciendo un enorme esfuerzo de actualización; de hecho en muy pocos años se han actualizado las tres grandes obras académicas, la Ortografía, la Gramática y el Diccionario de la lengua española. Además se ha hecho con una visión panhispánica, tratando de evitar la tendencia a considerar que España es el centro del idioma español y su único paradigma. Luego, como es lógico, cada uno encontrará en el diccionario definiciones que habría hecho de otra manera, palabras que echa en falta o que le parece que sobran, pero creo que es una labor verdaderamente encomiable la que está haciendo la Real Academia en estos años.
Realizan recomendaciones sobre temas de actualidad, ¿cómo los trabajan cuando no se trata de asuntos previsibles en la agenda mediática?
Tratamos de estar muy al tanto de la actualidad, lo cual no es difícil gracias a nuestra vinculación con EFE, pero es cierto que a veces surgen temas de improviso en los que nos parece que conviene intervenir para dar un determinado consejo y hacerlo rápido. En ese momento se trata de poner a funcionar la maquinaria de hacer recomendaciones con toda la urgencia de una agencia de noticias pero sin perder el rigor y la exactitud que tienen que acompañar nuestros consejos. Lo cierto es que no siempre es fácil, pero creemos que nuestros seguidores, en particular los periodistas, agradecen que ante un terremoto o un determinado acontecimiento imprevisto estemos al quite y les ofrezcamos algunas claves o consejos que solucionen las dudas a las que se van a enfrentar cuando tengan que escribir sobre ese asunto.
Explíquenos qué es Wikilengua.
Wikilengua es un proyecto colaborativo, avalado y lanzado por la Fundéu BBVA en 2008 cuyos contenidos, como corresponde a este tipo de sitios, se hacen de forma colaborativa entre todos sus usuarios. Trata todos los asuntos relacionados con la norma, el uso y el estilo del español y tiene una gran repercusión con más de dos millones de páginas vistas cada mes. En este caso, Fundéu actúa moderando y dirigiendo de algún modo todo ese contenido creado por los usuarios.
Estuvieron celebrando el décimo aniversario de Fundéu, ¿se ven cumpliendo otros diez? ¿Cómo fue esa jornada?
Hace ahora un año cumplimos nuestro décimo aniversario y lo celebramos con un gran acto en Madrid al que asistió la reina Letizia, que ha acompañado a la Fundación del Español Urgente desde hace varios años inaugurando, por ejemplo, casi todos los seminarios sobre lengua y periodismo que organizamos anualmente en San Millán de la Cogolla (La Rioja). También estuvieron el presidente de BBVA, Francisco González, el director de la Real Academia, Darío Villanueva, y el de la Agencia EFE, José Antonio Vera, entre otras muchas personalidades del mundo de la cultura y del periodismo.
Antes de ese acto público, en el que la reina nos dedicó unas muy cariñosas palabras encomiando la labor de la Fundación, celebramos una de las reuniones quincenales del Consejo Asesor, en el que participan muy destacados periodistas, lingüistas y académicos para tratar de resolver algunas de las dudas que nos asaltan en el trabajo diario. A esa reunión extraordinaria asistió la reina, que participó muy activamente, preguntó mucho, se interesó por nuestro trabajo y aportó sus ideas.
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